El martes 17 de octubre, el joven Joan Rodríguez se dirigía durante las primeras horas de la mañana a su peluquería, ubicada a pocas cuadras de la vivienda en donde reside con su madre en el barrio La Playa en Barahona, para buscar su sustento de manera honrada y poder costear sus estudios. Al llegar al negocio que hace más de un año montó gracias a un préstamo con una institución bancaria, encontró las puertas enrollables abiertas y dentro ya no estaban sus equipos de trabajo.